Todos enfrentamos retos y desafíos y las empresas no escapan de estos escenarios, por lo que es conveniente que en sus estrategias privilegien un enfoque preventivo que les facilite identificar y abordar los riesgos, desafíos o amenazas, antes de que se conviertan en problemas mayores, esto es, anticiparse y prevenir situaciones adversas, para minimizar los impactos negativos en el negocio y garantizar su continuidad.
Por lo cual, una estrategia empresarial preventiva contempla la implementación de medidas y acciones en sus diferentes áreas, como la gestión de riesgos, seguridad, calidad, recursos humanos y operaciones, específicamente, trabajar mejor en la profesionalización de su capital humano, mejorar los sistemas de control de calidad, practicar evaluaciones de riesgos, establecer políticas y procedimientos claros, así como implementar mecanismos tecnológicos que incrementen su seguridad y eficiencia.
El objetivo es evitar problemas y reducir la probabilidad de que ocurran situaciones adversas que afecten su desempeño y reputación, además de asegurarles seguir siendo competitivas y la posibilidad de adaptarse rápidamente a los cambios de sus entornos.